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La etapa Caldas de Reis - Padrón es, para muchos, una de las más bonitas de todo el Camino de Santiago. En estos momentos finales de la peregrinación, es normal ver cada vez más gente en las rutas, más alojamientos y, sobre todo, más comercios en las carreteras que te llevan a la capital gallega.
Con una pequeña subida a lo largo del camino, este trayecto no presenta mayores dificultades. Incluso los lugareños recorren estas rutas como ejercicio para toda la familia.
Antes de que te des cuenta, estarás en medio del bosque español, con antiguas calzadas romanas, para que te adentres en el espíritu de los primeros peregrinos. Como colofón, Padrón parece una réplica de una ciudad del antiguo imperio de César Augusto, con sus colores marrones y su arquitectura diferente al resto de la región. Es hora de sentarse y pedir los pimientos que toman su nombre de la ciudad: Padrón.
Caldas de Reis, a pesar de ser un municipio pequeño, tiene mucho que visitar. Entre restaurantes y cafeterías para desayunar, no se pierda la iglesia de Santa María. Tanto el interior como el exterior merecen su tiempo.
Una vez pasada la zona residencial, justo después de la iglesia de Santa Marina, encontrarás un punto de encuentro para peregrinos. Al no haber nadie en el lugar que cuide del espacio, los que recorren la ruta descansan allí de forma orgánica. Hay un grifo con agua potable y algunas sillas para sentarse.
A pocos kilómetros de Padrón, se puede contemplar la ciudad desde lo alto en el mirador de Pino Manso. Con espacio para que todos los peregrinos puedan sentarse y disfrutar del paisaje, también hay dos fuentes donde podrás rellenar tu cantimplora.
En el cruce entre el monasterio de Herbón y la carretera de Padrón, hay que elegir qué ruta tomar. La primera añade 3 kilómetros al trayecto, pero ofrece la posibilidad de alojarse en el albergue. La segunda le lleva directamente a Padrón.
Padrón es la última gran etapa antes de Santiago de Compostela. Según la leyenda, fue la roca situada bajo la iglesia de Santiago contra la que chocó la barca que transportaba al apóstol. Pintada de color amarillo tostado, hoy en día es conocida por su emblemática capilla, sus calles con una arquitectura diferente a la de cualquier otra ciudad que hayamos conocido y sus pimientos de Padrón, una delicia disponible en todos los cafés.
Y en la ciudad se pueden encontrar varios restaurantes que sirven este manjar. Este plato, más una tortilla, es la comida perfecta para después del paseo.
Sí, basta con cruzar el puente y subir la escalinata. Es uno de los grandes monumentos del Camino de Santiago.