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La etapa Mos - Pontevedra es una de las más difíciles de todo el Camino de Santiago, pero también una de las más bellas.
Desde el principio, hay una subida de medio kilómetro que te lleva a una carretera menos sinuosa con tiendas locales, siempre a mano para dar la bienvenida a los peregrinos que tienen hambre o sed.
Sin embargo, los que suben tienen que bajar y la carretera de Redondela es extremadamente empinada, lo que dificulta el paso de los caminantes. Es importante tener cuidado: es fácil caerse y hacerse daño.
Aquí, la ruta vuelve a ser más urbana, pero el pequeño pueblo tiene cierto encanto. Es el lugar perfecto para comer o tomar un tentempié, ya que el pueblo cuenta con buenas infraestructuras para los peregrinos, puesto que la Senda por la Costa Costa se une a la ruta central.
A partir de aquí, la ruta es más sencilla. Nos abrimos paso lentamente por las pistas forestales y las pequeñas aldeas de esta ruta, hasta llegar a Pontevedra. Una ciudad que nunca duerme.
Antes de abandonar el pueblo, no se pierda la vista desde el mirador situado junto a la capilla que es el centro de este lugar. Si tienes la oportunidad, escucha las campanas mientras cambia la hora.
Uno de los primeros hitos viales romanos. Servía como indicador de distancia, como se puede leer en el cartel que hay junto a él. En este punto comienza el descenso a Redondela entre casas y bosques.
Se llega al pueblo tras un descenso muy pronunciado a través de zonas residenciales. Antes de iniciar el descenso, aproveche para ver a lo lejos Redondela y el río que le da servicio. Si llegas con ganas de comer o descansar, esta localidad cuenta con varios restaurantes y albergues dispuestos a acoger a los peregrinos.
Este puente romano inicia el último tramo de la etapa más difícil de la ruta central portuguesa. Si quiere descansar, sólo tiene que cruzarlo y, unos kilómetros después, estará en Arcade, que dispone de varios alojamientos. Pero si prefiere darse un chapuzón para reponer fuerzas, aproveche la playa fluvial.
Tras una subida que requiere un esfuerzo de resistencia y persistencia, Pontevedra nos recibe con la hospitalidad habitual del Camino de Santiago. Tras un paseo por el bosque y junto al río, estamos en la ciudad. En cada calle parece haber albergues donde alojarse. Si aún te sientes con energía, aprovecha para pasear por el centro de la ciudad. Amplio, con multitud de tiendas y sitios para comer, tiene todos los ingredientes para pasar una velada inolvidable.
Además de los monumentos religiosos, Pontevedra es una atracción en sí misma. Es la ciudad del mundo con más espacios exclusivos para peatones y ganó el I Premio de Seguridad Urbana de la Comisión Europea en 2020.
Considere la posibilidad de visitar Redondela durante unas horas. Es una ciudad con una energía especial, con mucho comercio y cultura.